Cuando uno invoca a El Dios de los Tres tiene que saber que se la está jugando. Este alter ego simbólico creado por el artista multidisciplinar Javier Navarro Romero (Almería, 1985) es un llamamiento al dios de lo extraño, de esa belleza que parece dañar en lo más profundo. El Dios de los tres es la personificación de todo aquello que queremos ocultar, que reza en el interior de nosotros mismos para no salir a la superficie.
La obra de El Dios de los tres hace añicos la idea previa que teníamos de las cosas. Dinamita nuestro entendimiento.
Con una estética kitsch que se apoya en el barroquismo de colores profusos e imposibles, aprentemente bellos, la presencia de la muerte es una constante. Pero es ésta una presencia mágica, como de ritual de los ancestros: un llamamiento al primitivismo de la carne. La magia de El Dios de los Tres nace del asombro de lo cotidiano, de las sombras de la calle convertidas en relicario antiguo, ahora iconos del “materialismo bajo” de Bataille.
Bajo mi punto de vista, la obra de Javier Navarro Romero es tremendamente expresionista. Guarda en sí el misterio y el halo de decadencia que destilan las mascaradas de James Ensor,a pesar del color. Su trabajo podría incluso pasar por una vanitas contemporánea, por la incesante presencia de las calaveras y cráneos animales, minuciosamente elaborados con bolígrafo azul. Ídolos “boca abajo”, tótems coloridos, sacerdotes de lo extraño, anti-héroes con corona de cuernos (nunca de espinas)…todo eso cabe en el Dios de los Tres.
Cuidado con invocarlo.
Puede cegar la luz que llevas dentro.
Puedes morir.
De placer.
Todas las imágenes han sido tomadas de la web El Dios de los Tres y Facebook