Yo pienso que las miradas que dibuja Natalie Foss pueden embaucar hasta al más escéptico (en cuanto a todo lo relacionado con esta posmodernidad nuestra, tan jodidamente raruna).
Siendo seguidora declarada (y fiel) de los artistas consagrados a la ilustración, no podía dejar de dedicar una entrada a la obra de esta joven noruega, graduada por la Universidad de Kingston en Londres.
Las ilustraciones de Natalie Foss podrían servir, sin lugar a dudas, para definir la languidez. Sus modelos parecen encarnar a la perfección ese halo misterioso que rodea a la melancolía, cuando es verdadera y escuece. Y es que las figuras de Foss podrían pasar por retratos actualizados de la Hermandad Prerrafaelita, pudiéndose adivinar en ellos los ademanes de cualquiera de las musas de Dante Gabriel Rossetti (algunas, con nimbo gótico incluido).
La contemporaneidad de las ilustraciones de Natalie Foss radica en el uso del color, atrevido y vibrante, así como de la repetición de ciertos motivos (curiosa la insistencia del icono del “ojo” en sus dibujos). Una constante: la sensación de soledad e incomunicación de los retratados, que parecen suplicar la indulgencia del espectador.
Con toques surrealistas y la persistente referencia a un cosmos plagado de estrellas que fluctúan alrededor de las figuras, la obra de la ilustradora noruega parece convertirse en un santoral profano. En esta “cosmogonía de la tristeza”, las miradas de súplica trascienden el papel para volverse atemporales.
Tiene una la sensación de que algunas de estas miradas captadas por Natalie Foss han existido desde siempre.
PD: Si alguien se encuentra a Natalie Foss en algún lugar remoto, en vivo y en directo, espero que le comunique de mi parte que me gusta mucho lo que hace.
Imágenes tomadas de la web Natalie Foss y Behance